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RESEÑAS
Autogestión movilizada. Empresas recuperadas y economía popular en Argentina. María Inés Fernández Álvarez y Julián Rebón. En movimiento. CLACSO, 2023
Número 240 / Año 2023 / Por Grasas, Julieta

Revista Idelcoop nº 240 - Julio 2023 - ISSN Electrónico 2451-5418 /  Sección Reseñas

Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa

 

Autogestión movilizada. Empresas recuperadas y economía popular en Argentina. María Inés Fernández Álvarez y Julián Rebón

Julieta Grasas [1]

 

La disminución del trabajo formal y de las protecciones que garantiza el salario es una realidad que atraviesa la Argentina desde la reestructuración neoliberal de la última década del silgo XX. Este escenario inaugura un conjunto de estrategias desplegadas por la clase trabajadora ante el desafío de crear(se) el trabajo, a la vez que reconfigura los interrogantes en torno al desempleo, la exclusión social y la precariedad en los debates académicos y políticos del presente.

Como parte de la colección “En Movimiento” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en el libro Autogestión Movilizada. Empresas recuperadas y economía popular en Argentina, María Inés Fernández Álvarez[2] y Julián Rebón[3] se proponen abordar dos experiencias emblemáticas de la lucha por el trabajo en la Argentina reciente: “Las empresas recuperadas como movimiento” y “La economía popular como reivindicación”. La invitación remite a enfatizar la dimensión movimentista de estas experiencias, no así la socioproductiva.

Para presentar los casos y ofrecer pistas en clave de comparación de los mismos se proponen tres apartados para cada experiencia. “Conceptualizar” da cuenta de las discusiones teóricas en que se fundan los conceptos, al tiempo que reconstruye la disputa al interior del campo para consolidar una nomenclatura que admita los intereses y valoraciones de los actores involucrados; “Historizar”, plantea una organización de los procesos en etapas que van desde el desplazamiento de las relaciones salariales de la década del ´90 hasta nuestros días, explicitando los desafíos y las articulaciones según las diferentes gestiones del Estado. “Transformar”, remite al carácter político en torno a la lucha y el terreno organizativo, recopila niveles de movilización, repertorios de acción y delinea el horizonte de transformación social que habilitan estas experiencias.

Tal como advierte la primera parte de este libro “primero fue la acción” (Fernández Álvarez y Rebón, 2022: 13). La recuperación de empresas irrumpe como estrategia defensiva del colectivo laboral ante la vulneración de la relación salarial, como una forma de desobedecer al desempleo que antecede a la consolidación de la recuperación como repertorio de acción. La configuración de un “modo de recuperar” (Fernández Álvarez y Rebón, 2022: 16) colaboró con la consolidación del término que se emplea para nominar al proceso. Tomadas, autogestionadas, usurpadas y reconvertidas fueron otros de los conceptos que se contemplaron, los cuales evidencian diferentes perspectivas. Para el colectivo laboral “recuperar” significa no solo recuperar la fuente de trabajo como forma de defender su identidad social, sino que también remite a la reapropiación del fruto de su trabajo que, en cierta medida, le adeuda la empresa capitalista.

La historia del proceso de la recuperación de empresas se organiza en cinco etapas: la primera corresponde al inicio de las primeras experiencias aisladas de recuperación que tienen lugar a fines de los ´90; la segunda en el marco de la crisis generalizada de 2001 cuando la necesidad de defender la fuente laboral significó altos niveles de legitimidad y repercusión conformando un terreno fértil para la difusión de la experiencia. Les autores sostienen que es en esta etapa que la acción colectiva de recuperar empresas asume la forma de movimiento social, siendo esta una característica específica del caso argentino. La tercera etapa supone la estabilización del proceso en el contexto de la recuperación económica impulsada por una nueva gestión estatal en manos del Frente Para la Victoria, etapa en la cual se potenció la consolidación económica de las recuperadas existentes, al tiempo que el ritmo de recuperación decreció aunque no desapareció. En 2016 la asunción de la Alianza Cambiemos origina una nueva etapa signada por la resistencia a un nuevo proceso de reestructuración de corte neoliberal, que combinó políticas de ajuste macroeconómico, modificación de la política de control sobre la protesta social y un proceso de deslegitimación de las cooperativas desconociendo su función social. Este contexto de hostilidad funcionó como factor disuasivo frente a nuevos procesos, por lo que se evidencia un descenso en el ritmo de recuperaciones. Por último, la etapa definida por la crisis de la pandemia por el Covid-19 que en Argentina se solapó con el contexto de crisis precedente suponiendo una situación económica muy adversa para las empresas, en un contexto no tan adverso en términos políticos.

 

En relación con la dimensión transformadora la recuperación de empresas cuenta con el hecho de haber logrado cometer su principal objetivo: ser un medio viable para sostener fuentes de trabajo. Esta condición, dicen les autores, las constituyen como una realidad productiva persistente ((Fernández Álvarez y Rebón, 2022: 43). Además han alcanzado mayores niveles de equidad y de democracia que las empresas fallidas, así como de integración comunitaria. Si bien por las características de las unidades productivas la masividad de las movilizaciones es baja, la participación de otros actores afines al proceso y el alto nivel de legitimidad han permitido que en términos de lucha también logren consolidarse. Les autores dan cuenta de impactos microsociales de lo más interesantes: el “modo de recuperar” que en este libro se analiza disponibiliza un nuevo repertorio de acción entre las herramientas de los y las trabajadores/as. Además refunda la idea de la cooperativa como una alternativa viable al desempleo, dinamizando “la emergencia de un nuevo cooperativismo en el país”. (Fernández Álvarez y Rebón, 2022: 48)

La segunda parte del libro desarrolla la idea de que la economía popular en tanto concepto remite por un lado a un sector sociolaboral y a una forma de hacer economía, por el otro a una categoría reivindicativa de representación política. “Primero fue el sujeto” (Fernández Álvarez y Rebón, 2022: 49) indica que el conjunto de personas que garantiza la reproducción de su vida por fuera de las relaciones salariales antecede a esta nominación y a las formas organizativas que el sector asume en las últimas décadas. En tanto debate teórico discute con la noción de informalidad en la medida en que este concepto parte de una perspectiva individual de la relación con el mercado laboral desconociendo las redes de ayuda mutua que despliegan las clases populares frente a los procesos de exclusión. En tanto categoría política encuentra en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) como herramienta gremial de quienes se “inventan el trabajo para sobrevivir” (Fernández Álvarez y Rebón, 2022: 52) un hito organizativo concreto. En Autogestión movilizada… la economía popular se analiza a partir de esta organización que reúne una multiplicidad de formas socioproductivas, cuyo carácter productivo se reivindica en la medida en que además de ser capaz de producir un ingreso que permita reproducir la vida, también lo es para mejorar las condiciones de vida de quienes son parte de la organización y de los territorios que habitan. En este sentido reconfigura y amplifica una noción de trabajo que excede a la actividad mercantil, siendo  esta una de las potencias más ricas del planteo.

La historización de esta experiencia no ofrece etapas delimitadas como lo hacía la primer parte del libro, sino que recorre las transformaciones que ha ido sufriendo el sector desde su génesis -emparentada al proceso de formación de los movimientos sociales en la década de los 90- hasta nuestros días. En este sentido destaca algunos momentos fundantes para entender a la CTEP. Un primer momento de reestructuración económica, social y política que encuentra hacia la mitad de la década de los ´90 unos niveles de pobreza inusitados, un debilitamiento de las organizaciones sindicales y una revitalización de las categorías de exclusión y desocupación que propiciaron espacios de organización ligados al reclamo por trabajo. Una recuperación económica iniciada en 2003 que, si bien evidencia mejorías en los indicadores sociolaborales, da cuenta de la incapacidad de absorción de un importante número de la clase trabajadora en las instituciones del salario, condenando a la informalidad a un porcentaje considerable de la población. Este período también se caracteriza por la promoción de cooperativas de trabajo como herramienta de integración, recurso que habilita la conformación de diferentes tipos de organizaciones, configurando una forma de hacer política desde y contra el Estado. El desencanto suscitado por el hecho de que la reactivación económica no baste para recrear la sociedad salarial reubica la demanda por trabajo digno vinculada al empleo asalariado y la instala en relación a la economía popular en tanto demanda de reconocimiento y del conjunto de protecciones que supone el empleo formal. La nueva gestión de gobierno que asume en 2016 renueva los desafíos a los que se enfrenta el sector ante un escenario macroeconómico desalentador. Sin embargo, durante este período se aprobó la ley de emergencia social que significó la creación de un salario social “complementario” a los ingresos percibidos por la propia actividad, por la que no se exige contraprestación laboral de modo que reconoce la condición de trabajadores de quienes integran la economía popular. Además implicó la creación del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (ReNaTEP) que colabora con la institucionalización en el mismo sentido. También se multiplicaron y ampliaron los repertorios de protesta de la organización, entre los que les autores destacan los feriazos y los verdurazos, ya que ponen el foco en la capacidad productiva. En 2019 el lanzamiento de la UTEP coincide con la asunción del gobierno del Frente de Todos, en el que varios referentes de las organizaciones sociales fueron designados funcionarios públicos. Sin embargo, la crisis de la pandemia por el Covid-19 desarticuló cualquier tipo de pretensión de alivio, por el contrario significó una reducción directa de los ingresos de les trabajadores agudizando las desigualdades existentes de la estructura social. Al mismo tiempo puso en evidencia el rol central que las organizaciones de la economía popular encarnan en sus territorios garantizando entre otras cosas el alimento a centenares de miles de personas en sus comedores y merenderos. Consolidó además el vínculo entre economía y feminismo popular, visibilizando la centralidad del trabajo de cuidados feminizado en la reproducción ampliada de la vida.

En lo que respecta a la dimensión política, les autores enfatizan en la capacidad transformadora de la economía popular en tanto que en lo que va del siglo XXI ha encarnado uno de los principales movimientos de la protesta social en la Argentina actual, ha nutrido un debate en torno a las formas de reconocimiento y valorización del trabajo que visibiliza tipos de trabajo que incluyen pero exceden las lógicas mercantiles, y ha conseguido, a fuerza de lucha, la creación de dispositivos de bienestar comunitarios que mejoran la calidad de vida de las personas que forman parte de las organizaciones de la economía popular y de sus territorios. Este último aspecto se vincula con una de las afirmaciones más sugerentes del apartado –y del libro en general- en la medida en que desarma la definición de las personas organizadas en la economía popular según sus carencias, y las afirma en sus capacidades productivas de disputar derechos y de defender “formas de vida que el proceso de acumulación capitalista en su forma contemporánea amenaza como existencia. Incluyendo las posibilidades de definir qué es y cómo se proyecta una vida digna”. (Fernández Álvarez y Rebón, 2022: 88)

Ofreciendo un planteo y un lenguaje asequible, Autogestión movilizada… reviste carácter de lectura obligatoria para quienes quieran pensar en y desde las experiencias presentadas, ya sea por interés académico, político o general. Aporta al entendimiento de la complejidad de los procesos de lucha por el trabajo digno y los derechos ante los arrebatos neoliberales en la Argentina de las últimas décadas, al tiempo que amplifica la noción misma de trabajo. Nos invita a disputar el sentido de la propiedad, y de la acumulación capitalista, permitiendo imaginar horizontes posibles en donde el binomio producción/reproducción no signifiquen tensión, sino sinergia, e incluso nutrir el debate sobre los derechos de ciudadanía desvinculados ya de la condición de trabajador/a.

En esta era donde la precariedad parece ser la constante, organizarse frente a la desposesión resulta impostergable. Las empresas recuperadas por sus trabajadores/as y las organizaciones de la economía popular significan emblemas en este sentido y en este libro María Inés y Julián despliegan con destreza sus habilidades de investigación y su conocimiento del campo para echar luz sobre las potencias y desafíos que aparejan estas experiencias.

 

[1] Licenciada en Sociología (UBA). Instituto de Investigaciones Gino Germani.  Facultad de Ciencias Sociales UBA, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Correo electrónico: julietagrasas@gmail.com

[2] Doctora en Antropología e investigadora independiente del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONICET) en el Centro de Innovación de las y los Trabajadores (CITRA), CONICET-UMET, del que es vicedirectora. Profesora adjunta de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires.

[3] Doctor en Ciencias Sociales e investigador principal del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONICET) en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires. Profesor titular de la carrera de Sociología y secretario de Estudios Avanzados en la Facultad de Ciencias Sociales de dicha Universidad.