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EXPERIENCIAS Y PRÁCTICAS
Cooperativa Maleza. Feminismo y cooperativismo para que nuestras vidas sean posibles
Número 241 / Año 2023 / Por Nacht, Gabriela
En este artículo presentamos y transcribimos una entrevista realizada a la Cooperativa Maleza, conducida e integrada casi totalmente por mujeres, con el objetivo de indagar en los modos en que las organizaciones de la economía social, solidaria y popular resuelven en la práctica los planteos que desde lo conceptual realiza la economía feminista. Más puntualmente, cómo es que desde su lógica económica ponen la vida y las necesidades de las personas en el centro.
Cooperativa Maleza. Feminism and co-operativism to make our lives possible. In this article we present and transcribe an interview with Cooperativa Maleza, which is almost entirely run and integrated by women, with the aim of exploring the ways in which social, solidarity and popular economy organizations translate the conceptual approaches of feminist economics into practice. To be more precise, how its economic logic puts the lives and needs of the people at the centre.
Cooperativa Maleza. Feminismo e Cooperativismo para tornar as nossas vidas viáveis. No artigo apresentamos e transcrevemos uma entrevista realizada à Cooperativa Maleza, gerida e composta, quase, inteiramente, por mulheres, com o objetivo de pesquisar os modos em que as organizações da economia social, solidária e popular, resolvem, na prática, os assuntos que, do conceitual, cria a economia feminista. Em particular, como é que, a partir da sua lógica económica, conseguem colocar numa posição central a vida e as necessidades das pessoas.

Revista Idelcoop nº 241 - Noviembre 2023 - ISSN Electrónico 2451-5418 /  Sección Experiencias

Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa

 

 

Cooperativa Maleza

Feminismo y cooperativismo para que nuestras vidas sean posibles

 

 

 

Gabriela Nacht[1]

 

Desde la Economía Feminista

 

            La economía feminista en un primer movimiento epistemológico se corre del androcentrismo de la economía en sus versiones hegemónicas (sean ortodoxas o heterodoxas), y pone en valor voces y experiencias que dichas versiones desestiman. En ese proceso des-cubre un mundo hasta entonces invisibilizado que es el mundo de la reproducción, también conocido hoy como el mundo de los cuidados. La economía feminista reivindica la naturaleza económica de este mundo, relegado por el androcentrismo a la esfera de lo privado, particular, personal, no político, y por lo tanto fuera del campo legítimo de estudio de “La Economía”. Además, reconoce como trabajo las tareas que en este mundo se realizan, con el valor económico que eso conlleva. Observa también que por la división sexual del trabajo este mundo invisibilizado está altamente feminizado, es decir que la economía de la reproducción -de hecho en gran parte una economía no monetaria- la sostienen en su casi totalidad, mujeres. Pero lo más interesante es que la racionalidad, la lógica que hace funcionar a esta economía de la reproducción, que está en la base de nuestra sociedad y nuestra economía toda es el sostenimiento de la vida.

            Ahí es donde, por cuestiones históricas concretas pero también conceptuales, la economía feminista y la economía que ubica al mercado como lógica articuladora de todo el sistema son antagónicas. La lógica de la ganancia como un fin último atenta contra la reproducción de la vida, y eso lo podemos ver, también, en la destrucción de la naturaleza en las últimas décadas.

La economía feminista subraya que las personas somos interdependientes. Desde que nacemos, para crecer, desarrollarnos y socializarnos, necesitamos cuidado. A lo largo de nuestra vida, también necesitamos de otres para vivir. Porque así lo requiere la materialidad de nuestros cuerpos, así como la emocionalidad y mentalidad de nuestras existencias. De esta manera, se cuestiona el supuesto ontológico y metodológico individualista de la economía hegemónica. Dicho en palabras coloquiales, la economía feminista cuestiona el supuesto de “trabajador champiñón” sobre el que la economía hegemónica construye sus modelos. El “trabajador champiñón” sería algo que sale de la tierra, de repente, sin nada que haya existido previamente a él, ya adulto, socializado, alimentado, higienizado, y disponible para ser productivo, sin necesidades ni responsabilidades de cuidado, ni en su pasado, ni en su futuro.

            Pero esto en realidad no es así: todes, absolutamente todos, todas y todes recibimos cuidado. Aun cuando somos adultos “independientes”, nuestros cuerpos necesitan de acciones diarias para su sustento y reproducción cotidiana. Pero además, nuestro ciclo vital, por una cuestión de edad, o por momentos o circunstancias donde la salud modifica nuestras capacidades, necesitamos del cuidado de otres.

En nuestras sociedades las actividades de reproducción de la vida o de la economía del cuidado son llevadas adelante por cuatro agentes: el Estado, el mercado, los hogares y las comunidades. En todos los casos las actividades se encuentran feminizadas. De modo remunerado en el mercado o en el empleo público, mayormente con salarios relativamente bajos y en condiciones precarias. Esto puede verse especialmente en el sector de trabajadoras de casas particulares. También se dan de modo no remunerado en hogares y comunidades[CM1] , en el ámbito urbano y rural. Para tomar dimensión: de acuerdo a mediciones disponibles en nuestra región, sólo la actividad de trabajo de cuidado no remunerado en los hogares representa entre un 15,9% a un 27,6% del PBI de los países para los cuales tenemos ese cálculo realizado.[2]

Pero las mujeres no se dedican únicamente al trabajo de cuidados no remunerado en sus hogares y comunidades. No todas, no siempre. La cosa es más compleja. Primero vale decir que hay sectores sociales para los cuales el trabajo remunerado de las mujeres fuera de su hogar tiene muy larga data. Segundo, podemos decir que a partir de la década de 1980 puede verificarse una entrada masiva de mujeres al mercado de trabajo. Sin embargo, esto no se correspondió con un ingreso equivalente de varones a la economía del cuidado doméstica ni comunitaria, ni con una reorganización social progresista del cuidado. Al contrario, las políticas de ajuste neoliberal redujeron los Estados y achicaron los servicios públicos con actividad en la economía del cuidado y la reproducción (típicamente, salud y educación). Además, reforzaron la lógica de la privatización de la responsabilidad de la reproducción de la vida. Hicieron recaer mucho más esa responsabilidad sobre los hogares y comunidades, recargando finalmente el tiempo de trabajo gratuito de las mujeres. Al mismo tiempo, los mercados de trabajo a los que se estaban incorporando masivamente las mujeres, eran mercados cada vez más flexibilizados, producto de las mismas políticas neoliberales.

La lógica de acumulación neoliberal genera así que las mujeres tengan una sobrecarga de trabajo de cuidado no remunerado, por el cual ven reducida su posibilidad de trabajar a cambio de dinero –así como de participar políticamente, estudiar o realizar cualquier actividad “pública”. Las mujeres que pueden, entonces, se incorporan como mano de obra barata y flexible al mercado, con muy bajo poder de negociación, precisamente porque tienen que “conciliar la vida laboral con la familiar”, como si se tratara de un problema individual de cada una de ellas, y no del problema realmente existente: cómo se está planteando a nivel general la organización social del cuidado y de la reproducción cotidiana de la vida.

            Todo esto implica evidentemente una desigualdad económica significativa entre varones y mujeres, observable dentro y fuera del mercado de trabajo. De acuerdo a las mediciones de uso de tiempo de las que disponemos (Cuba, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay), exceptuando a Cuba, el trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres en nuestra región es entre el doble y el quíntuple que el que realizan los varones (CEPAL, 2023). Como consecuencia directa, las mujeres en América Latina tienen una participación en el mercado de trabajo -es decir, en el trabajo a cambio de dinero- en una proporción mucho menor que los varones. Sólo el 51,5% de las mujeres participan en el empleo, mientras que los varones lo hacen en un 74,4% (CEPAL-OIT, 2023). Lo cual se traduce inmediatamente en menos dinero, menos circulante, menos poder adquisitivo –con todo lo que eso implica en nuestro mundo- en manos de mujeres.

            Los números de la desocupación van en el mismo sentido. De acuerdo al último informe del INDEC disponible a la hora de escribir estas líneas, en el segundo trimestre del año 2023 la desocupación en Argentina es del 6,2%, mientras que entre las mujeres jóvenes ese índice es de 13,4% (INDEC, 2023). De acuerdo a datos del Ministerio de Trabajo, en el tercer trimestre de 2017 (año en que se creó la Cooperativa Maleza), el desempleo general era de 8,3%, mientras que entre las mujeres jóvenes ese índice era de 28,4% (MTEySS, 2018). Estas grandes diferencias se deben a que las mujeres jóvenes suelen tener mucha sobrecarga de cuidados, y les resulta difícil encontrar empleos compatibles con tal responsabilidad.

La economía feminista muestra de esta manera a un mismo tiempo la desigualdad de género, el orden patriarcal y cómo éste opera conjuntamente con la lógica del capital para invisibilizar su contradicción con la reproducción de la vida.

 

 

Las organizaciones de la Economía Social, Solidaria y Popular

 

Por su parte, el cooperativismo en la forma en la que lo entendemos ahora surgió en el siglo XIX desde los sectores populares como una respuesta práctica y también como una herramienta conceptual para responder a las necesidades que el naciente capitalismo estaba generando. En un mundo sin derechos ni políticas sociales para les trabajadores, además de la organización reivindicativa, la autogestión fue la salida para resolver problemas y necesidades concretas. Claro que allí, entre las tradiciones socialistas y anarquistas que dieron origen a estas primeras formas de organización cooperativa también estaban las feministas en sus distintas expresiones y corrientes. No por casualidad el primer principio cooperativo de no discriminación hace referencia explícita a la cuestión de género.

Esta economía nace también con una racionalidad distinta a la de la ganancia como fin último. Y nace desde lo común como más pura experiencia. Así, en la misma existencia de las organizaciones, hasta el día de hoy, reside el saber que, sea lo que sea, el crecimiento y el bienestar se logran colectivamente. Porque colectiva es la existencia. En otras palabras, la solidaridad no es sólo una elección en términos éticos o morales, incluso en términos políticos, sino que es una realidad de hecho. El concepto de interdependencia que se utiliza en la economía feminista resuena mucho aquí.

A continuación, podrán leer una entrevista a Cooperativa Maleza, que produce cosmética natural, resinas y aromatizantes de ambientes. A partir de las palabras y reflexiones que generosamente nos brinda su presidenta, Julia Argnani, podemos ver claramente cómo una organización de la economía popular nace y crece en virtud de cultivar una lógica que se orienta alrededor de la vida y de las necesidades de las personas, entendidas en un marco colectivo y de interdependencia. También podemos identificar la eficiencia de esa lógica para la resolución de objetivos vitales, en comparación con la ineficacia del mercado respecto de los mismos problemas. Desde ya en todos los casos destaca la incapacidad del mercado para generar aquellos tan nombrados “puestos de trabajo genuino”, mientras la acepción de “genuino” se cae en el abismo que hay entre la teoría de mercado y la realidad concreta de la economía.

 

Se ve además que la articulación con el Estado es muy importante y va desde el apoyo técnico -incluyendo aquí a las Universidades- hasta el monetario. El programa “Potenciar Trabajo” le hace honor a su nombre aquí más que nunca. Vale señalar en este punto que dada la invisibilización del trabajo cooperativo en la normativa existente, faltan derechos laborales para les trabajadores asociades autogestionades. En todo lo relativo a seguridad social esto es lamentablemente muy notable.

 

Pero en lo que por sí mismas hacen, queda claro que las organizaciones cooperativas están integradas en proyectos de ampliación y reconocimiento de derechos, y demuestran que los objetivos personales, sociales y económicos pueden retroalimentarse. Les cooperativistas pueden avanzar en su capacitación y formación académica y profesional, la cooperativa puede resolver problemáticas sociales y ser una empresa económicamente productiva al mismo tiempo. Es destacada también la importancia de las herramientas democráticas de gestión. En este punto, resolver las problemáticas de cuidado a partir de estas instancias ha sido fundamental.

 

Con todo eso, es fundamental reconocer la naturaleza económica de estas organizaciones, y la capacidad de la economía social, solidaria y popular de capitalizarse y crecer. Y por destacar sólo una particularidad, los criterios que enuncian para poner precios hablan de una racionalidad económica de la que mucho tenemos para aprender. Por eso decimos que las cooperativas no son un parche para momentos de crisis, aunque de hecho por su propia lógica son las que contienen siempre a los sectores cuyos derechos se ven vulnerados. Lo cierto es que las cooperativas, y en general la economía social, solidaria y popular, son una herramienta económica para la transformación social y son una ventana a otro mundo posible.

 

Mucho más podría decirse como análisis de la entrevista que sigue a continuación. Pero éste es el turno de que hablen las propias protagonistas. Sólo para concluir esta introducción, repetir la frase: otra economía es posible, y ya existe. Es la que resuelve las necesidades de las personas. Es la economía social, solidaria y popular. Es la economía del cuidado y de la reproducción.

 

Cooperativa Maleza nació en 2017 en villa 20. Hoy está integrada por 46 compañeres, la mayoría compañeras, que se dedican a producir cosmética natural, resinas y aromatizantes de ambientes. Parte de lo que se produce en su planta en el barrio de Lugano se destina a la exportación. A continuación, reproducimos la entrevista que le hicimos a su presidenta, Julia Argnani.

 

¿Cómo surge la cooperativa?

 

La cooperativa surgió a partir de la situación económica de crisis que pegaba más fuerte en los sectores populares, debido a las medidas que se implementaron desde el gobierno macrista. Éramos un grupo de mujeres de villa 20 que nos conocíamos de experiencias organizativas previas, sobre todo por compartir espacios vinculados a merenderos, comedores o lugares de apoyo escolar. En ese momento decidimos empezar organizarnos para pensar una salida colectiva de esa situación que estábamos viviendo. Sobre todo resolver de manera colectiva el ingreso económico de los hogares, a partir de la dificultad que teníamos para la inserción en el mercado de trabajo. Principalmente por el hecho de ser mujeres, la mayoría jóvenes y algunas madres. Y decidimos hacer cosmética natural por varias cuestiones. Por un lado, porque definimos poner en valor los saberes ancestrales vinculados a las aplicaciones terapéuticas y principios activos de las yerbas que circulaban alrededor de las comunidades del barrio, de nuestras madres, vecinas y compañeras del barrio. Por otro lado, queríamos también poner en valor los saberes técnicos químicos que algunas de nuestras compañeras tenían, porque iban o habían terminado una escuela técnica química. 

Porque muchas veces los espacios productivos o las salidas laborales para las mujeres del barrio tienen que ver más con lo textil o el trabajo doméstico. Y entonces para nosotras era importante generar algo que ponga en valor esos saberes y construir una oportunidad de trabajo diferente.

Por otro lado, también decidimos hacer cosmética natural porque pensamos en elaborar un producto diferencial, un producto de calidad que tenga que ver con los insumos naturales, que nos permita salir de las redes tradicionales del barrio, a las que por ahí estábamos más acostumbradas a vincularnos; poder trascender esos horizontes y llegar a otros sectores de la sociedad, en donde quizás esos productos puedan ser valorados para comprarlos y así poner en valor nuestro trabajo.

En ese momento arrancamos siendo seis compañeras que empezamos a trabajar en la cocina de la casa de una de las vecinas que nos prestó el espacio. Empezamos a hacer productos sencillos, los podíamos elaborar ahí. Y hoy somos cuarenta y seis. En esta experiencia fuimos reconociendo el rol de la economía popular. El punto de partida de la economía popular es distinto al punto de partida de otros sectores. A partir de la experiencia propia y también conociendo otras experiencias, fuimos identificando cuáles son las dificultades que pasamos por ser quienes somos, excluidos del sistema, que nos reinventamos nuestro propio trabajo. Y nuestra experiencia tiene que ver con eso. A partir de la organización de quienes estamos ahí, poder encontrar una salida laboral y productiva colectiva.

Nuestra cooperativa nació en villa 20 en la casa de una compañera y, muchas veces lo que nos pasaba, por cuestiones estructurales propias del barrio, cuando llovía no podíamos entrar al barrio o llegar hasta el taller donde producíamos, o por ahí había problemas con el agua o con la luz. Entonces eran muchos los limitantes que nos íbamos encontrando. Por eso, en el 2021 nos mudamos a lo que hoy es la planta, para avanzar digamos en los procesos de formalización y hacer crecer la cooperativa. Y pasamos de ser seis compañeras que hacíamos todas las tareas a ser hoy cuarenta y seis. En ese sentido también fue muy importante la articulación con el Estado.

Y ¿qué capital inicial tenían cuando armaron el taller en la casa de la compañera?

No teníamos prácticamente capital inicial. Partimos desde la exclusión y a partir de eso inventamos nuestro propio trabajo. De a poco fuimos juntando algo de plata, entre nosotras, y empezando a comprar los primeros insumos para poder elaborar. Ahí, una de las herramientas muy importantes para nosotras fue el salario social complementario, que hoy es el Potenciar Trabajo, fue y es central para poder tener una base de ingresos a nuestras trabajadoras y poder también empezar a llevar adelante algunas inversiones en compras de materiales, de equipamientos de materias primas que son las que hoy nos permitieron poder poner en marcha nuestra línea de producción y que la cooperativa crezca. La planta está en Lugano, como a unas veinte cuadras de Villa 20.

¿Cómo eligieron el nombre?

Maleza” surgió en su momento y fue un nombre que también fuimos reflexionando y conceptualizando en toda esta trayectoria. Por ahí, el peso o la identidad que hoy le damos al nombre seguramente no era el mismo que en el principio. Malezas son esas hierbas o plantas que nacen naturalmente en lugares donde no son bien vistas o se quieren eliminar. Entonces, un poco revalorizando también el rol de las malezas y reconociéndonos, fuimos construyendo nuestra identidad a partir de pensar que las malezas son algunas de esas hierbas que no se quieren, que no son bienvenidas en los cultivos y que se busca descartar. Como la economía popular, que muchas veces también se piensa como un actor o un sector de descarte, que hay que arrancar o que hay que sacar de la tierra o que es transitorio. Y nosotras fuimos construyendo nuestra identidad a partir de la organización, a partir de seguir creciendo entrelazadas, construyendo redes, organizadas y luchando por nuestro derecho a producir y a trabajar.

¿Cómo es a grandes rasgos el proceso de producción y comercialización, y la gestión de todo eso?

Actualmente nosotras estamos produciendo productos de cosmética natural a base de materias primas naturales y tenemos distintas líneas de producción: una línea de elaboración de productos faciales que está compuesta por distintos tipos de cremas y tónicos. Después una línea de productos de cuidado personal que está compuesta principalmente por jabones que están elaborados a base de aceites vegetales, hierbas y aceites esenciales y una línea capilar. Esos son nuestros productos cosméticos.

La cooperativa está organizada en distintas áreas. El área de administración, el área de producción, el área de garantía de calidad, el área de comercialización, comunicación y recursos humanos. Y un área de coordinación que está conformada por las coordinadoras de cada una de esas áreas. En esa coordinación se piensa a la cooperativa en términos integrales, se definen las prioridades, los objetivos. Y después cada área, al interior también tiene responsables y dinámicas propias de reunión y de trabajo.

Por otro lado, además de esa línea de productos que recién te mencionaba tenemos una línea de productos domisanitarios, que es la más reciente, que incluye la elaboración de unas resinas para instrumentos -que las elaboramos para exportación con Yumba- y otro producto que es un aromatizante de ambiente -para el cual estamos articulando con Toyota.

Después, hay una instancia más colectiva que en realidad es una coordinación ampliada donde participan, además de las coordinadoras de área, las responsables de los distintos departamentos de líneas de producción y después una instancia de asamblea, donde participan todas las trabajadoras. Estás dinámicas las fuimos construyendo durante estos años y también fuimos adaptándolas en función de las necesidades, de la demanda o de la experiencia que fuimos transitando para ir mejorando siempre el trabajo y la cooperativa, las instancias de reflexión, la circulación de la información, la toma de decisiones.

Lo que siempre hacemos es que cada área o espacio de responsabilidad pueda ser compartido, digamos de a dos personas, porque entendemos que es importante poder llevar adelante las tareas cotidianas como una práctica más colectiva de acompañamiento, de poder pensar con otres cómo llevar adelante las actividades y también, cada área y cada espacio tiene su propia reunión de equipo; esto permite que haya instancias de seguimiento de trabajo, de balance de planificación y también de toma de decisiones que después se van articulando con las distintas instancias y llegando a la coordinación. Es un ida y vuelta constante de participación y de toma de decisiones.

¿Tienen un estatuto o reglamento interno que usen como herramienta?

Las dos cosas, tenemos nuestro estatuto, como el marco más amplio de funcionamiento y después fuimos construyendo un reglamento interno del funcionamiento más cotidiano de la cooperativa que tiene que ver con cuestiones como la asistencia, las instancias de reuniones, y otras definiciones más cotidianas.

Con respecto al alcance territorial de la cooperativa, ¿comercializan en todo el país y además hacia afuera?

Sí, hay dos líneas. Lo que es Maleza y nuestros productos específicamente, tenemos un alcance territorial que es principalmente la Ciudad de Buenos Aires y alrededores, pero también tenemos alcance nacional, a través de envíos por correo y de líneas de comercialización con las que llegamos a todo el país. Y, por otro lado, para el exterior tenemos un acuerdo con Yumba, que es una empresa de Bahía Blanca que fabrica resina para instrumentos de cuerda. Son resinas que se utilizan en violines, violas, violonchelos, contrabajos. Ya venía exportando y un poco gracias al acompañamiento de Cancillería que tuvo esta empresa, pudo ir abriendo nuevos mercados. Hoy exporta a más de 20 países y, a partir de ese crecimiento, Yumba nos contactó a nosotras para poder hacer un convenio de trabajo, para que nosotras podamos encargarnos de la producción, de la elaboración de esas resinas y, hoy en día, estamos aportando nuestra capacidad productiva y encargándonos de algunas tareas vinculadas a la logística, a la distribución de compras de estas resinas. Maleza no exporta directamente los productos, aunque sí hay productos que se despachan de nuestra fábrica al mundo. Pero nosotras nos encargamos principalmente de lo que es la producción y distribución de este producto.

¿Cómo eligen ustedes a sus proveedores? ¿Y cómo llegan a sus nuevos compradores o clientes?

En Maleza, desde que construimos la cooperativa, tomamos la definición o apostamos a la construcción de una cadena de valor con trabajo cooperativo, entonces, siempre buscamos la forma de cómo, a partir de nuestro trabajo, poder fortalecer la cadena de valor cooperativa. En ese sentido es que intentamos, siempre que sea posible, lograr que nuestros proveedores sean cooperativas. Trabajamos en red con una cooperativa textil que hace parte del packaging de nuestros productos, y una cooperativa gráfica que se encarga de las etiquetas. Cuando empezamos a desarrollar productos nuevos, pensamos de qué manera podemos incorporar nuestro producto al trabajo cooperativo. Por ejemplo, hace poco estuvimos en obra entonces siempre intentamos buscar cuáles de los proveedores podían ser otras cooperativas. Y, en ese sentido es que venimos, desde el año pasado, trabajando en la posibilidad de construir una red de productores y productoras familiares que sean nuestros proveedores de materias primas. Eso lo venimos haciendo en un proceso gradual, donde podamos ir incorporándolos a nuestra red de proveedores.

Después, con las líneas de comercialización, tenemos nuestra línea más tradicional que es la venta directa. A través de nuestras redes sociales y ferias. Ahí vendemos a consumidor final. Y después, venimos construyendo distintas estrategias de comercialización más relacionadas a la venta mayorista a distribuidores. Y, por otro lado, desde el año pasado también venimos construyendo una línea de comercialización corporativa que tiene que ver con poder ser proveedoras de empresas, por ejemplo kits de regalos. Y también buscar la forma de ser proveedoras continuas de esas empresas con algunos productos de cosmética que se puedan utilizar.

¿Y cómo ponen precios?

Hoy en día, nuestra área de administración construyó la estructura de costos, en donde tienen en cuenta todos los costos fijos y los costos variables de la cooperativa. Después hicimos cierto análisis de mercado, para poder tener precios competitivos y también aumentar la rentabilidad de nuestros productos. A la par de también estandarizar los procesos productivos y ver las formas de organizar cada vez mejor la producción y también mejorar la rentabilidad en toda la parte que tiene que ver con los costos de materias primas. Pero sí, ahí es uno de los temas que son complejos de llevar adelante. En esta experiencia vamos aprendiendo un poco sobre la marcha y también empezando a articular con el Estado, y con distintos sectores que puedan acompañarnos también en este proceso. Porque muchas veces las necesidades que tenemos no son sólo en términos materiales o  financieros para la compra de equipamiento, o de materia prima, sino también la necesidad de acompañamiento técnico. Porque muchas veces no tenemos los conocimientos necesarios.

¿Y ahí qué áreas del Estado son de soporte?

Nosotras ahora estamos empezando a articular con la Universidad de Quilmes para pensar toda esta parte administrativa contable, y avanzar en procesos que permitan que la cooperativa sea más rentable.

¿Y articulan con otras universidades u otras instituciones académicas de investigación y educación?

Sí. Además de UnQui, articulamos con la Universidad de Buenos Aires, con la carrera de Trabajo Social. El año pasado fuimos centro de prácticas de Taller II y III. Y después, con el Estado articulamos a través del Potenciar Trabajo, con el Ministerio de Desarrollo Social, con INAES también trabajamos a partir del proceso de formalización de la cooperativa y del reconocimiento de la cooperativa, y el año pasado articulamos con CONICET para el desarrollo de proyectos en conjunto que nos permitan acceder a asesoramiento técnico o transferencia de conocimiento. Y con el INTI y Untref estamos empezando a trabajar un proyecto conjunto para llevar adelante capacitaciones relacionadas con la mejora de los procesos productivos, sea por la incorporación de maquinaria, las buenas prácticas de laboratorio, la mejora de la calidad de la producción, la incorporación de controles de calidad y demás.

Como trabajadoras ¿están inscriptas en algún régimen de seguridad social? ¿Tienen aportes jubilatorios?

Estamos avanzando en esos procesos de formalización. La cooperativa se está inscribiendo como efectora en desarrollo social y las trabajadoras están inscriptas en el monotributo social. Estamos en ese proceso, también en lo relacionado con la ART.

¿Es por el hueco que tenemos a nivel de normativa en Argentina con las cooperativas de trabajo?

Y también por lo que hablábamos antes de las cuestiones administrativas contables y la dificultad o falta de herramientas con las que contamos. En este caso para afrontar la contratación de un seguro de la ART. Son temas que tenemos en agenda, lograr que la cooperativa tenga la espalda económica para poder afrontar también esas cuestiones.

Y cuando hace falta una licencia, por accidente, vacaciones, estudio o familiar enfermo, ¿cómo lo manejan?

Eso lo cubre la cooperativa. Además, todas las trabajadoras son parte del Potenciar Trabajo. Entonces, se complementan los dos ingresos. Y la cuestión de licencias por enfermedad, por familiares, por días de estudio, son están en el reglamento interno y se contemplan. Dentro de los objetivos de nuestra cooperativa hacer un proyecto productivo tiene que ver también con poder construir un proyecto colectivo, un proyecto social, poder construir redes y poder construir colectivamente estrategias de abordaje a las distintas problemáticas que atraviesen nuestras compañeras y, en ese sentido, es que también priorizamos que puedan estudiar y seguir sus trayectorias educativas, que puedan seguir profesionalizándose. Entonces vemos muy importante la posibilidad de acompañar a través de que puedan tomarse días de estudio, tener cierta flexibilidad, algunas veces con los horarios, para que puedan estudiar.

¿Han tenido conversaciones al respecto, en los espacios de asambleas, o dentro de los grupos de las áreas estratégicas? ¿Tienen algún debate en curso?

Sí, desde el inicio estas cuestiones se tuvieron presente en los temas que fuimos tratando, tanto en la coordinación, pero también en toda la cooperativa y a partir de eso es que se plantea la posibilidad de tener cierta flexibilidad o adaptar los espacios de trabajo a ciertas necesidades, a las tareas de cuidado o a estas cuestiones vinculadas a estudiar. Igual son temas que están constantemente en agenda, para seguir pensando, para seguir viendo cómo organizar la producción, para que ante las distintas cuestiones que vayan surgiendo no las invisibilicemos, sino que las pongamos sobre la mesa y, a partir de ahí, pensarlas para ver cómo puede complementarse y funcionar la cooperativa.

¿Hasta ahora llegaron a alguna conclusión sobre cómo abordar las necesidades que tienen las compañeras en relación al cuidado propio o de otres?

Es un tema siempre en construcción. Pero principalmente hay instancias dentro de cada uno de los equipos de trabajo para poder abordar esas situaciones con ciertas particularidades. Cada equipo organiza el trabajo en función de las necesidades que se presenten de cuidado, con la posibilidad de cierta flexibilidad o cierta libertad en la toma de decisiones, siempre trabajando en relación, el equipo con la coordinación del área y con la coordinación general. Y también, en términos más colectivos, con algunos proyectos puntuales, todavía un poco más en desarrollo: pensar espacios de cuidado para que puedan estar les niñes de nuestras trabajadoras, que puedan sus hijes tener un espacio con su derecho de ser cuidados y cuidadas y nuestras compañeras también con su derecho a poder tener el espacio de trabajo, entonces que eso no sea tampoco por ahí una limitante a la hora de poder participar o de poder trabajar. También cuando hay una asamblea, hay un espacio de cuidado de niñes.

¿Ustedes tienen alguna participación como cooperativa dentro del movimiento feminista y LGBT? ¿Hay dentro de la cooperativa algún espacio orgánico dedicado a las cuestiones de género? ¿Tienen alguna política de género formalizada de esa manera?

Hoy en día no tenemos un espacio orgánico específico de mujeres, de diversidad, pero sí un tema que creemos súper importante que lo vamos trabajando de manera transversal a toda la cooperativa y que se da como en todas las instancias de discusión que tenemos. Y también tenemos instancias específicas de darnos el lugar para formación o charlas o capacitación vinculadas a este tema.

¿Cómo están vinculadas institucionalmente en el movimiento, están adentro de alguna federación, están en una confederación o algo así?

Todavía no estamos participando en ninguna federación o confederación, sí somos parte de la cámara de trabajadores y trabajadoras de la Economía Popular, con la que venimos trabajando las distintas situaciones que atravesamos como parte del sector y construyendo estrategias para poder fortalecernos.

¿Qué elementos positivos le ven a la integración económica cooperativa, en esto de trabajar, por ejemplo, con proveedores cooperativos?

Por un lado, nos parece importante fortalecer las redes de la integración cooperativa, también para mostrar que el cooperativismo, que en ese sentido también incluía la economía popular, tiene la capacidad de generar productos de calidad igual que el resto de los sectores productivos. Y que no se piense sólo desde una política social, sino que se entienda a la economía popular como un actor capaz de producir bienes y servicios de calidad. Obviamente en ese sentido es central el apoyo y el acompañamiento del Estado y también la organización y la integración cooperativa. Y acá resaltar la importancia de la elaboración de productos de calidad, de llevar adelante procesos productivos respetuosos con el ambiente, y construir redes que nos permitan compartir las experiencias y potenciar nuestros proyectos en conjunto.

¿Te acordás algún ejemplo de alguna intervención que le hayan hecho a ese reglamento en función de las necesidades de la cooperativa?       

Las licencias por enfermedad las consideramos no sólo para parientes directos, sino también otros vínculos cercanos comunitarios, o sea, consideramos los vínculos de cuidado comunitarios. Y lo que tiene que ver con los días de estudio, que son más días de los que plantea la ley, o distintas dinámicas en función de eso. Siempre con el objetivo de considerar la realidad de cada una de las trabajadoras y acompañar las distintas situaciones que puedan estar atravesando, además de apoyar e incentivar el estudio. Además de las formaciones internas. La profesionalización de nuestro trabajo es también uno de los ejes para mejorar la calidad de nuestros productos, y los procesos productivos.

¿Qué proyecciones y qué ganas tienen para este año y para más adelante?

Bueno, en principio tenemos mucho entusiasmo y ganas de seguir creciendo, seguir fortaleciendo nuestra cooperativa. En ese sentido tenemos como objetivo avanzar en los procesos de formalización de nuestra cooperativa con el registro ante ANMAT. Y a partir de ahí poder ampliar nuestros canales de comercialización. También seguir capacitándonos y formándonos para mejorar la calidad de nuestros productos, de nuestros servicios y también fortalecer nuestra organización interna y la organización como sector, con esto de la integración cooperativa, fortaleciendo esta red de productores y productoras que venimos pensando. Y seguir fortaleciendo las líneas de trabajo con Toyota por un lado, en el desarrollo de este aromatizante para ambientes de vehículos, y en la estandarización de nuestros procesos productivos. Además, fortalecer el vínculo con Yumba, para seguir produciendo desde Lugano hacia las distintas partes del mundo las resinas, pero también a futuro hacerlo con nuestros otros productos.

¿Hay algo más que quieras comentar o agregar?

Si bien para nosotras es fundamental que el proyecto pueda ser rentable para sostener los ingresos de todas las trabajadoras, Maleza también es un proyecto productivo, social y político y nuestro objetivo es construir una cooperativa de trabajo que también sea un espacio de construcción de redes que nos permita acompañar las trayectorias educativas de les trabajadores, para seguir formándonos, que sea un espacio de desarrollo social y profesional. Tenemos una mirada integral de este espacio, no sólo en términos productivos, sino también como un espacio de construcción de herramientas, de estrategias que den respuesta a las diferentes problemáticas que puedan atravesar las trabajadoras. Y, por eso, el sentido de lo que es Maleza, que muchos pueden considerar que sea un sector transitorio o de descarte, o que no es productivo, nosotras seguimos organizándonos, creciendo, construyendo redes y así fortaleciéndonos. Como estas malezas, estas plantas que nacen en todos lados y que siguen creciendo.

 

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

 

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 14º Encuentro de la Red Parlamentaria para la Igualdad de Género: “Perspectivas legislativas para un crecimiento económico inclusivo: Invirtiendo en la economía del cuidado”. 30 de noviembre – 2 de diciembre 2022.

 

 

 

[1] Coordinadora del Espacio de Géneros del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”. Correo electrónico: gabrielanacht@gmail.com

 

[2] Declaración en el 14º Encuentro de la Red Parlamentaria para la Igualdad de Género: “Perspectivas legislativas para un crecimiento económico inclusivo: Invirtiendo en la economía del cuidado”. 30 de noviembre – 2 de diciembre 2022.