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EDITORIAL
Editorial
Número 232 / Año 2020 / Por Idelcoop

Revista Idelcoop, nº 232. Noviembre 2020 - ISSN 0327-1919 / Editorial

Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa

 

Editorial 232

Presentamos este número de la Revista muy cerca de la finalización de un extraño 2020 signado por la pandemia, en el que fuimos pasando por diversos estados de ánimo.

El editorial de la edición 230, publicada a fines de marzo, refleja el impacto que nos provocaba el inicio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio propuesto por el gobierno argentino como respuesta proactiva a la situación generada por la pandemia que comenzaba a desplegarse en nuestro país y que “marca hoy el ritmo de la vida de la población del planeta”. Decíamos entonces que,  

...de lo que no cabe duda, es que la creciente desigualdad social, la crisis climática, la disparidad de género, la precarización del trabajo, -entre otros males que el auge de las concepciones neoliberales ha profundizado en estos tiempos-, por lo menos facilitan la difusión de la nueva “peste” e impiden, o al menos demoran, una rápida respuesta de Estados voluntariamente desarmados.

En julio, y en un contexto de convivencia plena y cotidiana con la enfermedad y sus consecuencias en todos los aspectos de nuestra vida, el editorial de la edición 231 daba cuenta de nuestra responsabilidad como parte del movimiento cooperativo de aportar a la batalla cultural, al presentar un número donde convivían los habituales artículos que reflejan y reflexionan sobre diversas experiencias del cooperativismo y la economía social, solidaria, popular y feminista o que aportan caminos colectivos, participativos y autogestivos hacia la construcción de un mundo más justo y solidario, con una importante cantidad de los que denominábamos artículos “urgentes”, atravesados por la pandemia, escritos durante y sobre ella.

Ocho meses después, el contexto muestra continuidades y diferencias. Un primer dato, insoslayable, es que casi 1.400.000 compatriotas sufrieron -con mayor o menor intensidad- las consecuencias del covid-19 y, más grave aún, que más de 37.000 fallecieron. Otra cuestión es el fuerte impacto económico social de la pandemia. En nuestro país, ese impacto se amplificó al encontrarnos en una situación muy desfavorable, con una prolongada contracción económica y con indicadores laborales y sociales en franco derrumbe tras cuatro años de neoliberalismo. Eso se expresa en que, durante el segundo trimestre de este año, la actividad económica registró un retroceso del 19,1%, mayor incluso al registrado en la crisis 2001-2002, mientras que la tasa de desempleo alcanzó el 13,1%.

La situación no es muy diferente a nivel global. La CEPAL señala que la economía mundial experimentará su mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial en un proceso sincrónico sin precedentes. Según sus datos, América del Sur será la región más perjudicada con una caída del PIB del 9,4% en 2020. Esto, en momentos en que en toda Europa comienza a manifestarse la “segunda ola” de la pandemia, que algunes vaticinan más grave que la primera.

En ese contexto, el presidente de la Alianza Cooperativa Internacional afirma, en su declaración conmemorativa del 125 aniversario de la organización en el mes de octubre, que

la humanidad está enfrentándose a enormes desafíos. Confinados en nuestros hogares, vemos muchas malas noticias sobre la pandemia, la violencia racial y los efectos del cambio climático. Sin embargo, también hemos puesto los principios cooperativos en acción y hemos visto cómo las cooperativas han ayudado a comunidades de todo el mundo a hacer frente a un virus mortal, y las van a ayudar a reconstruirse cuando la pandemia empiece a ser superada (…) Nuestra identidad, valores y principios cooperativos se han mantenido fuertes y son la base para que las cooperativas de todo el mundo ayuden a sus comunidades a sobrevivir y hacer frente a la pandemia de este año.[1]

Hoy, todas las miradas y esperanzas están puestas en las vacunas, que avanzan en diferentes etapas de desarrollo. Sin embargo, terminar con la pandemia es importantísimo, pero solo el primer paso. La profunda crisis sanitaria, económica, financiera, social y política derivará en nuevos caminos para el desarrollo de nuestras sociedades, por lo que hoy el debate central es cómo será ese desarrollo. Como afirmábamos en nuestra editorial de julio,

para quienes entendemos que el cooperativismo es una herramienta de transformación social ese debate es parte de nuestra permanente batalla cultural. Por eso, y evaluando que la sociedad que emerja de esta crisis civilizatoria puede ser más justa, democrática y solidaria, o más desigual, injusta y (dadas esas condiciones) necesariamente más violenta y represiva, asumimos el compromiso ineludible de librar esa batalla en cada ámbito en que nos toque participar y/o expresarnos.

No es extraño, entonces, que tres artículos de esta edición tengan como eje el cruce entre trabajo y políticas públicas. “El derecho al trabajo de personas trans. Reflexiones en torno al cupo laboral y la articulación con la economía social y solidaria” es una entrevista a una integrante de la Coordinación para la Promoción de la Empleabilidad de las personas Travestis, Transexuales y Transgénero del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, en la que reflexiona sobre el reciente decreto que establece el cupo laboral para personas trans en el Estado y focaliza en los aportes que se pueden generar desde el cooperativismo y la economía social; mientras que “Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular: institucionalización del sector y ampliación de derechos” es una entrevista a  la Directora del Registro Nacional de Efectores Sociales y responsable del Registro Nacional de Trabajadores/as de la Economía Popular (RENATEP) de la Secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en la que analiza la noción de economía popular que subyace a las políticas públicas que se están impulsando y profundiza en la construcción del Registro, sus características, y los desafíos y perspectivas que se abren. Por su parte, “Capacitación Masiva para combatir el desempleo y reforzar la función empoderadora de la Economía Social” propone que -en el marco de la pandemia- las empresas de la economía social, estimuladas por una política pública y apoyándose en herramientas tecnológicas como la Metodología de Capacitación Masiva, asuman el reto de crear empleos de calidad y alcanzar mayores niveles de igualdad económica y social para todes les trabajadores.

En el marco del creciente interés por buscar respuestas desde el cooperativismo y la economía social, solidaria y popular al problema del cuidado -tareas que recaen habitualmente en las mujeres como un trabajo extra no remunerado y que la pandemia no hizo más que intensificar-, «Servicios de cuidado para la primera infancia: ¿cómo instalar la temática en la agenda del sector cooperativo?» comparte algunos resultados de un proyecto de investigación/extensión desarrollado entre 2018 y 2020 por un equipo integrado por instituciones de educación superior y cooperativas como base para delinear orientaciones al movimiento cooperativo para la organización de servicios de cuidado para la primera infancia. “Seguridad social y cuidados”, por su parte, analiza la información acerca de los trabajos de cuidado en relación con la seguridad social, a partir de los datos del último relevamiento del Programa Facultad Abierta, como insumo para pensar otras formas de organizar socialmente el cuidado reconociéndolo como un problema social.

En otro orden, “Repensar la cooperación: Ser, Hacer y Devenir” propone reflexionar teóricamente sobre el fenómeno de la cooperación a partir de las preguntas ¿por qué siguen existiendo las cooperativas? y ¿cuáles son las consecuencias de su desarrollo?, mientras que en “Si queremos construir una comunidad diferente, una comunidad que se integre, desde el gobierno hay que darle lugar a esa otra economía” el secretario de Desarrollo Social del municipio de San Martin (Buenos Aires) describe las ideas en que se basa para llevar adelante una gestión que incluya de manera integral a la economía social y solidaria, y las estrategias, dificultades y nuevos desafíos que trajo la pandemia.

Dos artículos coinciden en partir del estudio de experiencias: “El valor de la intermediación solidaria” analiza la actividad realizada por dos cooperativas de trabajo como forma alternativa de comercializar alimentos, mostrando cómo producen un cambio radical de las dinámicas sociales; mientras que “El Cooperativismo Rionegrino: Análisis del perfil provincial y regional. Años 2018 y 2019” describe el perfil provincial y regional de las cooperativas y de los servicios que brindan, aborda algunos aspectos conceptuales y metodológicos, presenta los resultados del análisis empírico y reflexiona sobre el perfil actual del cooperativismo rionegrino, su diversidad y las políticas públicas.

Desde una perspectiva histórica, “El cooperativismo como expresión de la economía social histórica: claves para entender trayectorias del cooperativismo agrario en el agro pampeano (principios del siglo XX hasta la década de 1960)” se propone brindar al lector una interpretación general sobre la evolución del cooperativismo agrario de la zona pampeana durante la primera mitad del siglo XX, considerándolo como una forma particular de economía social. Por su parte, en “La Alianza Cooperativa Internacional cumple 125 años” se reseñan brevemente los diferentes artículos publicados por la ACI en conmemoración de su 125 aniversario, y se incluye completo y actualizado el artículo referente a la participación argentina en el congreso fundacional.

Finalmente, esta edición incluye la reseña de dos libros: El dinero de los argentinos en manos argentinas: historia del cooperativismo de crédito, y ESSmanía. Manual Práctico para pasar de economía solitaria a economía solidaria; y la habitual sección de documentación.

Hace un año, decíamos en nuestro editorial, que se escribía cuando la voluntad popular en Argentina había puesto fin al tercer experimento neoliberal, por lo que ese número de la Revista se proponía reflejar una transición entre dos épocas entendiendo que “en la crisis civilizatoria de un capitalismo que no tiene ya nada que ofrecer, la economía social y solidaria –y en particular el cooperativismo– tienen mucho que aportar a una salida democrática y emancipatoria”.

Lejos estábamos de suponer las condiciones en que debería desarrollar su accionar el gobierno que asumía, y cómo cambiaría la coyuntura mundial como consecuencia del Covid-19.

Sin embargo, lo que no ha cambiado es la comprensión de que la causa estructural de la situación que transitamos es esa crisis civilizatoria, por lo que sigue siendo imprescindible que asumamos nuestra responsabilidad, como parte del movimiento cooperativo, de seguir buscando los caminos y proyectos que permitan transformar el mundo para terminar con las desigualdades sociales, económicas, étnicas y de género, con la xenofobia y el racismo, con la crisis climática y la precarización del trabajo, entre otros males que las concepciones neoliberales han ido profundizando.

Por eso, seguimos pensando que hoy, como siempre pero más que nunca, sin solidaridad no hay futuro.