Revista Idelcoop nº 245 - Marzo 2025 - ISSN Electrónico 2451-5418 / Sección Editorial
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
Editorial
Nuestro primer número publicado en el Año Internacional de las Cooperativas se propone ser una plataforma de reflexión acerca de nuestra identidad en un tiempo histórico de grandes mudanzas, y enormes peligros para el porvenir de la especie humana.
Es una oportunidad pues las Naciones Unidas reconocen en este 2025 a nuestra tradición solidaria como un aporte “a construir un mundo mejor”.
Sin embargo, la idea acerca de qué es un mundo mejor está lejos de haber logrado un consenso unánime.
Para las corrientes de inspiración mercantilista o tecnocrática – en sus vertientes más o menos radicalizadas- la mejora del mundo pasa por exacerbar las tendencias competitivas entre los seres humanos, expandir todo lo posible el campo de lo privado y lo privatizable, ampliar las defensas de un egoísmo extremo, homogeneizar tras la idea de unidad de las semejanzas, demonizando lo diferente y justificando incluso su exterminio. Para las y los cooperativistas que nos identificamos en el ideario de las y los socialistas utópicos y en la centralidad del ser humano y la Naturaleza como ocupación de nuestro quehacer, la mejora del mundo se centra en valores antagónicos al fin del lucro, a la exclusión y al exclusivismo, a la clausura de la diferencia y la impugnación de procesos participativos para la construcción de un proyecto común, diverso y fundado en la justicia.
La humanidad se despliega así en un dualismo que convierte al planeta y a nuestra especie en un cada vez más intenso campo de disputa cultural, económico, político y social.
Y si bien la ONU reconoce que las cooperativas construimos un mundo mejor -lo que supone la existencia de un mundo que debe ser mejorado- la base de la cultura dominante está más cerca de los fundamentalistas de mercado que de las convicciones de la solidaridad y la democracia sustantiva.
Un orden social que reproduce y justifica la inédita concentración de la riqueza, la multiplicación de guerras y genocidios, la ampliación en la brecha de la desigualdad, el odio y la violencia como modo de vínculo entre personas y proyectos pone al cooperativismo en un enorme desafío, generando una agenda con preguntas que se irán contestando en el devenir histórico y en la capacidad del movimiento social solidario de construir respuestas a la altura de los desafíos de la coyuntura.
En esta agenda que sugerimos es preciso partir de la configuración plural del cooperativismo que, reconociendo sus orígenes, supone el despliegue de entidades con matices de diferente grado en la traducción que hacen de los valores y principios a sus prácticas.
Los dos puntos de partida de la cooperación son las críticas y propuestas de las y los socialistas utópicos y la creación de organizaciones que satisfacen necesidades e intereses colectivos a través del gobierno y la gestión democrática de las mismas. Unas se ciñen a la gestión de un producto o servicio, otras se comprometen, además, con la transformación social en consonancia con su posicionamiento ético-político. Tales diferencias existen en la realidad y hacen rico y complejo el campo de la cooperación. La convivencia de diferentes tendencias es un enorme valor y aprendizaje como movimiento social y económico, a partir de una base cultural que celebra el encuentro de lo diverso para construir en común. Esta concepción de “unidad en la diversidad” contrasta con la cultura hegemónica que propicia la “unidad en la semejanza” que repudia y ataca todo aquello que se diferencia del patrón hegemónico.
Poner en el centro al ser humano, propiciar la armonía y la solidaridad como valores ordenadores de lo colectivo, impulsar democracias protagónicas y participativas, apostar por una noción de ciudadanía activa y comprometida con la suerte de todas y todos, defender la paz, impugnar la violencia y el autoritarismo son atributos del cooperativismo –y afortunadamente de otras construcciones históricas y sociales- tales ideas van a contracorriente de la dirección cultural por ahora predominante en el mundo.
¿Cuáles son en este marco los desafíos de la cooperación? En este número hacemos referencia a las “tensiones creativas” que desafían a nuestras organizaciones solidarias. Se plantean interrogantes desde nuestra visión de cooperativismo transformador, es decir, como construcción que se propone la gestión democrática de los asuntos comunes de la entidad, la producción y provisión eficiente de productos y servicios así como la creación de una sociedad que pueda asegurar la redistribución progresiva de bienes materiales y simbólicos, el reconocimiento de las múltiples identidades y procesos de participación genuina que permitan la edificación democrática y plural de lo común. Un “común” de justicia que reparte, reconoce y convoca a ser parte. ¿Qué estrategias, discursos, prácticas, subjetividades, estructuras, normativas, recursos, planes, relaciones deben implantarse para que la cooperativa, a contracorriente de la cultura dominante, pueda sobrevivir y crecer? ¿Cómo se construye una hegemonía de la solidaridad y del compromiso con la justicia en un marco hostil a esos valores? ¿Cómo se “pasa el testimonio” entre oleada de cooperativistas –o futuros cooperativistas- respetando el sello de cada generación y preservando el sentido y los objetivos de la cooperación a lo largo del tiempo? ¿Qué tensiones, complejidades, contradicciones atraviesan estos procesos? ¿Cómo se articula la herencia y la memoria del pasado con las exigencias del presente y la reinvención de la identidad con vistas al porvenir?
La identidad es un proceso vivo que requiere una actualización permanente y la inmersión de las cooperativas –y del cooperativismo como creación colectiva- en una realidad de claroscuros con oposiciones enconadas pero múltiples alianzas posibles con otras miradas humanistas y transformadoras. No hay un proyecto imperecedero ni un modo de ser inmutable: el gran desafío es adecuarnos a las novedades de cada coyuntura sin perder los valores y principios que le dan sentido e identidad al cooperativismo transformador.
En este número el primer texto titulado “El cooperativismo transformador y sus tensiones creativas. Resoluciones del pasado, creaciones de hoy, desafíos del porvenir” se propone una serie de reflexiones y análisis para una agenda del cooperativismo transformador en este vertiginoso y confuso contexto histórico.
Otros textos se introducen en diversas dimensiones y complejidades. El artículo “No es retorno. Acerca de la retribución al trabajo” da cuenta de errores conceptuales que aplicados al cooperativismo de trabajo tienen consecuencias también prácticas.
En “Las cooperadoras escolares un espacio social, económico y cultural que forma parte de la Economía Social” se ofrece una perspectiva muy interesante en la que se propone una relación poco explorada entre cooperativismo y estos espacios participativos en la educación pública.
Entre las novedades que ocurren en la esfera digital, el trabajo colectivo titulado “Cercamientos, comunalizaciones, territorios geofísicos y digital-virtuales. Una propuesta conceptual y metodológica para su análisis” nos invita a pensar este ámbito como un lugar de disputa, de resistencias y de construcción posible de sentidos democráticos y participativos.
La experiencia y apuesta colectiva de conservación de la memoria histórica del sector se detalla en el texto “El Archivo Histórico del Cooperativismo Argentino. Una construcción autogestiva de redes y vínculos”.
Por su parte, la coyuntura crítica en la producción yerbatera en Misiones y la experiencia cooperativista se aborda en “Identidad y Cooperativismo en el Consorcio Esperanza Yerbatera”.
Una profunda entrevista con Néstor Fiumano, presidente de El Hogar Obrero (EHO), titulada “Segunda vuelta. Supercoop y la reapertura de una entidad cooperativa de consumo con historia” propone un recorrido por los desafíos de la refundación del supermercado, una experiencia de intercooperación, entre EHO y la Cooperativa Obrera.
Y, por último, se publica una reseña de dos libros de la serie Autogestión y Economía Popular. Colección Realismo y Utopía de la Editorial El Colectivo en la que se aportan diferentes perspectivas, complejidades y discusiones en su torno. Los libros en cuestión son: ¿Qué es la Economía Popular? Experiencias, voces y debates. (2021) y La Economía Popular. Perspectivas críticas y miradas desde nuestra América (2024), ambos coordinados por Miguel Mazzeo y Fernando Stratta.
Este número 245 espera así aportar ideas y propuestas a un mundo que nos convoca a transformarlo para hacer la vida colectiva una construcción digna de ser vivida, sin intolerables exclusiones y exclusivismos. El cooperativismo toma la palabra y construye – como parte de un arcoíris de fuerzas de inspiración emancipadoras- un presente y un futuro más justos y democráticos. Revista Idelcoop espera reflejar tales esfuerzos creadores.
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