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EDITORIAL
Editorial
Número 227 / Año 2019 / Por Idelcoop

                                                               Revista Idelcoop, nº 227, Marzo 2019. ISSN 0327-1919 / Sección Editorial

                                                                                 IDELCOOP Fundación de Educación Cooperativa

EDITORIAL

Las novedades de época –expresadas muy concretamente con un turbulento inicio de 2019– encuentran diferentes manifestaciones que constituyen un desafío civilizatorio para la humanidad toda. Podemos aplicar, en toda la regla, la noción de “crisis orgánica” entendida como la imposibilidad, para el conjunto del planeta, de seguir rigiendo la vida común bajo los parámetros mercantilistas, tecnocráticos y autoritarios que tienden a primar en las relaciones entre las personas, y entre la especie y la naturaleza.

Hay una crisis ecológica, pues el modelo de desarrollo desplegado está afectando gravemente la vida en el planeta: desde el efecto invernadero al envenenamiento del suelo y de los ríos, cada vez más voces alertan sobre las consecuencias devastadoras de la relación entre el ser humano y la naturaleza. Las previsiones de las comunidades científicas, múltiples colectivos y algunos gobiernos refieren a una verdadera bomba de tiempo, a punto de estallar. Un maridaje de intereses mercantiles se enhebra tanto para moldear la vida humana –como ocurre con una industria farmacéutica hegemónica, ocupada en sostener la enfermedad como modo de promover la acumulación de ganancias– como para explotar los recursos naturales de manera irracional y suicida si pensamos en la suerte de la especie en su conjunto.

Hay una crisis del régimen de acumulación, pues se estima que por cada dólar invertido en producción, al menos veinte se utilizan para asegurar nuevas ganancias por la vía de la actividad especulativa.

Hay una crisis de la desigualdad que acelera un proceso inédito de concentración de la riqueza y de democratización de la pobreza: según OXFAM, en 2018 las 26 personas más ricas del mundo tenían la misma riqueza que 3.800.000.000, es decir, la mitad de la población mundial. En 2017, eran 43.[1]     

Hay una crisis del viejo predominio geopolítico de EE.UU., que es desafiado por la alianza entre China y Rusia con otros socios de gran envergadura, que pone en cuestión la supremacía económica, política y militar de “Occidente” tras el fin de la Guerra Fría. Para dar cuenta de la profundidad de la crisis y la transición entre mundos, es importante advertir que China ya está siendo la primera economía mundial y que ha tejido alianzas con muchos países, forjando áreas económicas que transan mercancías con una novedad de imprevisibles consecuencias: es que la introducción de proyectos productivos o el intercambio de bienes y servicios se opera por primera vez en décadas sin el dólar como moneda universal. Tal elemento preanuncia un fin de ciclo de consecuencias relevantes, en la medida en que EE.UU. deja de ser el capitán del barco planetario y asiste a una gradual pero sostenida declinación. Tal hecho abre el interrogante acerca de los modos por los cuales la potencia que constituyó el motor de la vida planetaria a lo largo del siglo XX asumirá su jubilación forzada. Por cierto, su declive económico tiene como correlato la continuidad de su enorme capacidad militar destructiva. El último 20 de octubre, el presidente de EE.UU., Donald Trump, anunció el abandono del Tratado INF con Rusia en un acto político en Nevada. El pacto prohibía a Washington y a Moscú la posesión, producción y ensayos de misiles nucleares con un alcance entre 500 y 5.500 kilómetros. Había sido firmado en 1987 por Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov. Para añadir leña al fuego, el presidente de EE.UU. advirtió: "Hasta que la gente entre en razón, acumularemos armas nucleares”. Y añadió: "Es una amenaza a quien quieran, e incluye a Rusia e incluye a China".

Hay una crisis del mundo del trabajo agudizada no solo por el predominio del capitalismo de casino como vector fundamental de acumulación sino por un desarrollo técnico y tecnológico que abre las puertas a la maquinización de los modelos de producción de bienes y servicios, liberando al género humano del esfuerzo repetitivo típico del trabajo manual.

La región latinoamericana no es ni ha sido ajena a estas grandes encrucijadas planetarias. Más aún, el asedio al gobierno venezolano promovido centralmente por EE.UU. pone a Nuestra América en el ojo de tormenta de la crisis orgánica de la que hablábamos en el primer párrafo de este editorial. Detrás de la intervención desembozada de la primera potencia militar del orbe se condensan tres conflictos yuxtapuestos.

En primer lugar, la supremacía de EE.UU. frente a los desafíos que imponen China y Rusia, aliados principales del gobierno legítimo –de acuerdo a lo proclamado por las Naciones Unidas– de Nicolás Maduro.

En segundo lugar, hay una ofensiva contra un objetivo central de la política venezolana, atinente a la integración regional desde una perspectiva de soberanía política y económica. Efectivamente, los empeños de los gobiernos de Venezuela desde la asunción de Hugo Chávez han tenido como prioridad la relación sur-sur y, particularmente, la recreación en el siglo XXI del proyecto emancipador originario de Patria Grande. La ampliación del Mercosur, la creación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), de la Unasur (Unión de las Naciones de Suramérica) y de CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe) han sido expresiones de esta voluntad del país suramericano.

Y, en tercer lugar, la construcción que desde 2005 ha impulsado el presidente Hugo Chávez del Socialismo Bolivariano en Venezuela.

Las amenazas directas de intervención armada reconocen un cuarto aspecto que es el objetivo inconfesable de apropiarse de las riquezas naturales del suelo venezolano: petróleo, gas, coltán e incluso diamantes son el menú que excita los apetitos del Departamento de Estado norteamericano.

Nuestro país, finalmente, está atravesando el último año del gobierno de Cambiemos, que contrariando sus promesas electorales originarias, avanzó en una política neoliberal ortodoxa que reconoce una continuidad en el plano del recetario monetarista con el plan de Martínez de Hoz y con el aplicado en los años noventa bajo el gobierno de Carlos Saúl Menem primero y de Fernando De la Rúa más tarde.

Las consecuencias de tales políticas –en el plano nacional– están siendo de una gravedad inusitada. La direccionalidad de este modelo se expresa en el nivel inédito de endeudamiento externo –medido por su magnitud y velocidad–, acompañado de una devaluación sostenida; del incremento insoportable de las tarifas; de la caída del empleo, el consumo y la producción; de la concentración creciente de la riqueza; del deterioro de las condiciones de vida de las mayorías sociales, con particular gravedad entre los grupos y sectores más vulnerables; de la represión del conflicto social, y del desmantelamiento de las conquistas sociales conseguidas no solo en los últimos gobiernos sino desde el peronismo originario para aquí. Entre tanto, evidencias de manipulación de la justicia e intromisiones del Poder Ejecutivo desmienten las promesas institucionalistas y republicanas que han sido la nave insignia del gobierno de Mauricio Macri.

Pese al panorama que presenta el mundo, la región y el país, es posible visualizar la emergencia –a veces de manera germinal, pero esperanzadora– de alternativas civilizatorias. Así ocurre, por ejemplo, con la perspectiva del “buen vivir”, que se presenta como propuesta tendiente a dar una respuesta integral a la crisis orgánica que se deriva de la aplicación del neoliberalismo por casi medio siglo.

En tal escenario, el movimiento cooperativo y la economía social y solidaria resultan interpelados para contribuir, desde sus principios y valores humanistas, a la superación del actual estado de cosas.

Hay otros elementos temporales que resulta indispensable enunciar aquí. En 2018 se cumplieron cien años de la creación de la primera caja de crédito cooperativa y sesenta del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.

Iniciamos este 2019 con un aniversario que es de gran relevancia y expresa uno de los grandes desafíos del cooperativismo nucleado en el IMFC: los cuarenta años de la creación del Banco Credicoop que, junto a otros 76 bancos cooperativos, recrearon la apuesta común de las cajas de crédito cooperativas impugnadas por la última dictadura cívico-militar-eclesiástico-empresarial.

Encarar el desafío de crear los bancos cooperativos fue una decisión muy difícil, en el marco de un gobierno francamente hostil a los intereses del cooperativismo. A la vez, la conversión en banco nos interpelaba a dar continuidad a un proyecto histórico del cooperativismo transformador. Era preciso equilibrar instituciones de distintas dimensiones y trayectorias, con el agregado de la sujeción a otras normas y políticas estatales que no compartían la filosofía solidaria que lo ha caracterizado desde su fundación. Esa experiencia nacida de una autoridad de facto, profundamente antidemocrática, hostil a los intereses mayoritarios de nuestro pueblo, nos enfrentaba a la exigencia de sostener los valores y principios, la eficiencia y la democracia, y han pasado cuatro décadas muy intensas desde aquel momento fundacional.

Esta Revista 227 no quería omitir esta importante efeméride en la medida en que esta fecha es un momento de reflexión acerca de la continuidad de una apuesta colectiva que nació con un claro posicionamiento ético-político y capitalizó una experiencia de décadas en el compromiso con un cooperativismo emancipador.

En las páginas que usted, lector, lectora, tiene entre sus manos, la Revista Idelcoop se ha propuesto constituir una caja de resonancia de algunas de las principales temáticas que preocupan y ocupan al cooperativismo transformador que expresa el IMFC.

En el número anterior comenzamos a socializar producciones de la V Cumbre Cooperativa de las Américas, y en esta oportunidad incorporamos nuevos elementos que son testimonios y producciones de un momento trascendente del Movimiento Cooperativo. Como se expresó en la presentación de la V Cumbre: “El mundo enfrenta horas decisivas porque el modelo de desarrollo predominante ha mostrado sus límites, no resultando compatible con la sostenibilidad del planeta. Naciones Unidas, en el marco de la Agenda 2030, ha realizado un dramático llamamiento para cambiar la forma en que producimos y consumimos. Las cooperativas junto con las mutuales y el resto de las organizaciones de la economía social y solidaria pueden impulsar procesos participativos, democráticos y solidarios que pueden ser decisivos frente a estos desafíos globales”.

En este número se incorpora una valiosa reflexión de César Basáñez, Gerente de Cooperar, quien lee en clave política e institucional el sentido y los desafíos abiertos por la V Cumbre. En la transcripción de documentos de las distintas comisiones de trabajo se encuentran, también, valiosas consideraciones que denuncian un orden inviable y anuncian las alternativas que ya emergen del propio movimiento social. Finalmente, el panel “Cooperativismo y economía social: diálogo global sobre lo común”, organizado por Idelcoop, IUCOOP y el CCC como actividad abierta al público en el marco de la Cumbre, aporta un rico debate sobre la articulación del movimiento cooperativo y las entidades de la economía social.

En el cuerpo de la Revista, podrá accederse a la visibilización de experiencias prácticas concretas entrecruzados con verdaderos desafíos epocales.

La mirada cooperativista sobre las luchas por la igualdad de género; la reflexión sobre experiencias que revalorizan el papel de las jóvenes generaciones en la construcción de los proyectos colectivos o las ingentes premuras por construir una red eficaz de medios de comunicación capaces de dar respuesta a la creación de hegemonía impulsada por los conglomerados oligopólicos mediáticos constituyen algunos de los tópicos abordados en este número de Revista Idelcoop.

Los desafíos de la economía social y solidaria en México o, en otro plano, la emergencia de paradigmas de gestión contable fundados en principios no mercantiles evidencian respuestas, luchas y construcciones que fungen como puente entre el presente de crisis y la posibilidad de otro futuro más solidario y democrático.

En el plano teórico, se ensayan nuevos intentos por sintetizar aportes que suturen brechas entre concepciones de diferente origen y perspectiva, para propiciar un diálogo que contribuya a pensar y sea un aporte para la superación de los graves dilemas del presente. El texto “Esbozo de una economía política del trabajo asociado. La teoría crítica de Karl Marx como fundamento de la doctrina cooperativista” da cuenta de un esfuerzo que habilita nuevas creaciones conceptuales.

Este primer número de Revista Idelcoop 2019 intenta estar a la altura de los grandes problemas y luchas de la humanidad por construir una sociedad más justa y solidaria. Justamente este año se cumplen 250 años del nacimiento de Simón Rodríguez, a la sazón maestro de Simón Bolívar y un gran pedagogo que se preguntó por la construcción de nuevos pueblos y repúblicas. "¿Dónde iremos a buscar modelos? La América Española es original –originales han de ser sus Instituciones y su Gobierno– y originales los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos".

El pensamiento rodrigueano tiene vigencia en la medida en que tras tres siglos de colonialismo puro y duro se conquistó trabajosamente la primera independencia. Aquel sueño de soberanía, justicia e independencia sigue siendo una asignatura pendiente. Y en tal horizonte el movimiento cooperativo tiene mucho que aportar, como esperamos reflejar en el número que presentamos a nuestras lectoras y nuestros lectores.

 

 

[1] “¿Bienestar público o beneficio privado? La provisión universal de servicios públicos como la sanidad y la educación es indispensable para reducir la brecha tanto entre ricos y pobres como entre mujeres y hombres”. Disponible en https://www.oxfam.org/es/informes/bienestar-publico-o-beneficio-privado).