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REFLEXIONES Y DEBATES
Cooperanturhumanunest… o cooperamos, luego tal vez existiremos
Número 228 / Año 2019 / Por Busso, Hugo
La situación actual de la crisis como modo y forma hegemónica de funcionamiento del neoliberalismo actual y sostén de la mundialización económica son causa de la degradación democrática en occidente y de la depredación ecológica mundial. El debate exige ir más allá de dicotomías restringidas de lo local y lo global, e incorporar un tercer atractor, la tierra como sujeto político pleno de derechos para el presente y el futuro, humano y no humano. La cooperación como concepto central y como alternativa sociopolítica-económica fundamental debe ser creativa y ecológica. Por esto sugerimos las ideas de coo-creatividad y ecoocreatividad. Creemos que estos dos conceptos pueden ser condiciones a priori para pensar instituciones posneoliberales, que orienten la experimentación colectiva de alternativas inciertas y a la vez necesarias para refundar un imaginario político de lo posible. Esto podría orientar la búsqueda y la resolución de las posibilidades y de los potenciales colectivos, cooperativos y creativos para gestionar políticamente los desafíos que tenemos en común, a diferentes niveles y dimensiones.
Cooperanturhumanunest… or we cooperate, therefore we might exist. The current democracy deterioration in the West and the global environmental degradation are caused by the current crisis generated by the hegemonic functioning of current neoliberalism and the support of economic globalization. The debate requires going beyond the restricted dichotomies of the local and the global, and incorporating a third actor, the Earth, as a political subject with full rights, for the present and the future, human and non-human. Co-operation, as a central concept, and also as a socio-politic and economic key alternative must be creative and embrace ecology. That is why we suggest the ideas of coo-creativity and eco-creativity. We believe that these two concepts can be a priori conditions of the creation of post-neoliberal institutions, to guide the collective experimentation of uncertain alternatives, while being a necessary element to reshape a political imaginary of the possible. This could guide the search and the realization of collective, co-operative and creative potentials and possibilities to politically manage the challenges we have in common, at different levels and dimensions.
Cooperanturhumanunest… ou cooperamos, logo, talvez, existiremos. A situação da crise atual, apresentada como modo e jeito hegemônico de funcionamento do neoliberalismo nos dias de hoje e sustento da mundialização econômica, é causa da degradação democrática em ocidente e da depredação ecológica mundial. O debate exige ir além das dicotomias limitadas aos conceitos regional e global, incorporando um terceiro ator atraente: A terra como sujeito político cheio de direitos no presente e no futuro, na dimensão humana e não humana. A cooperação como conceito central e como alternativa sociopolítica-econômica fundamental deve ser criativa e ecológica. Por isso, sugerimos as ideias de Coo-criatividade e Ecoo-criatividade. Acreditamos em que esses dois conceitos podem ser condições a priori para pensarmos instituições pós-neoliberais que norteiem a experimentação coletiva de alternativas incorretas, mas necessárias para refundar o imaginário político do possível. Isso poderia nortear a busca e a resolução das possibilidades e dos potenciais coletivos, cooperativos e criativos, para o gerenciamento político dos desafios que temos em comum, nos diferentes níveis e dimensões.

                                           Revista Idelcoop, nº 228, Julio 2019. ISSN 0327-1919 / Sección Reflexiones y Debates

                                                                        IDELCOOP Fundación de Educación Cooperativa

 

Cooperanturhumanunest… o cooperamos, luego tal vez existiremos

 

Hugo Busso[1]

 

Resumen

La situación actual de la crisis como modo y forma hegemónica de funcionamiento del neoliberalismo actual y sostén de la mundialización económica son causa de la degradación democrática en occidente y de la depredación ecológica mundial. El debate exige ir más allá de dicotomías restringidas de lo local y lo global, e incorporar un tercer atractor, la tierra como sujeto político pleno de derechos para el presente y el futuro, humano y no humano. La cooperación como concepto central y como alternativa sociopolítica-económica fundamental debe ser creativa y ecológica. Por esto sugerimos las ideas de coo-creatividad y ecoo-creatividad. Creemos que estos dos conceptos pueden ser condiciones a priori para pensar instituciones posneoliberales, que orienten la experimentación colectiva de alternativas inciertas y a la vez necesarias para refundar un imaginario político de lo posible. Esto podría orientar la búsqueda y la resolución de las posibilidades y de los potenciales colectivos, cooperativos y creativos para gestionar políticamente los desafíos que tenemos en común, a diferentes niveles y dimensiones.

 

Palabras clave: colaborar, comunicar, cooperar, coo-creatividad, creatividad, ecoo-creatividad, igualdad, libertad, neoliberalismo, instituciones posneoliberales

 

En la repetición está el síntoma que nos acorrala otra vez a redundar en lo indeseado (el fascismo, los golpes de Estado en América Latina, el “corralito” argentino, la crisis financiera del 2008). La potencialidad de transformación como imperativo vital parece abrirse camino con la voluntad de cambio de algunos actores-sujetos en cada país. El neoliberalismo hegemónico aún no se ha derrumbado sino fortalecido, a pesar de las crisis y los fracasos socioeconómicos estrepitosos. Entonces, ¿qué hacemos?, ¿cómo?, ¿de qué modo? Las preguntas se repiten en un nuevo contexto, pero con causas similares. Llegó la hora de desarrollar una economía de la cooperación, de hacerlo con perseverancia, inteligencia y con valores solidarios, ante el retorno de políticas profundamente egoístas y necias, que no toleran desvíos de sus dogmas de competencia a priori. Estas políticas ya han producido explosiones sociales y degradaciones ambientales en todo el mundo, algunas irreversibles. Lo más interesante es que no hay recetas dogmáticas alternativas para ensayos de otros modos y perspectivas, porque la creatividad, la experimentación y la incertidumbre son ya la pauta política de lo que vendrá. La sola certitud es que deberemos cooperar en medio de antagonismos intensos y desacuerdos profundos. El momento de la coo-creatividad (cooperación y creatividad) filosófica y política ya está instalado. La crisis ya contiene la posibilidad de superación y la oportunidad que tiene a la utopía como motor y guía de sus comienzos.

En sentido humano, cooperar es actuar libremente, más allá de la mera sobrevivencia, de las imposiciones del trabajo y la reproducción biológica. Es compartir, colaborar y converger en una tarea, repartiendo los frutos en común desde el principio de justicia –que tiene a la igualdad en el centro de gravedad– distribuidos según el esfuerzo y el aporte de cada uno. Los sapiens somos capaces de cooperar para preservar, conservar y prosperar conjuntamente, según nos muestra la arqueología y la antropología. El humano no nace cooperativo, deviene, se hace, se construye. Los comportamientos se copian y las conductas se reproducen, en el sentido instituido por cada cultura. Los humanos compartimos el saber, a veces, el aprender. Cooperar en nuestra perspectiva es más que el colaborar, porque puede ser una inteligencia colectiva con finalidad infinita, que tiene poder de aprender, crear e innovar. El hombre es un animal cooperativo, la actividad es el aprender para vivir compartiendo, dentro de y con la comunidad. El resto es comentario a pie de página.

La libertad tiene sentido y es la estrella que guía en tanto la cooperación resuelva los temas fundamentales de alimentación, la seguridad, el acceso y el disfrute de la tecnociencia. La fusión de igualdad y libertad, la égaliberté (como propuso el filósofo francés Étienne Balibar), son los dos principios que la democracia debe llevar a su máximo potencial e intensidad. Estos son la paradoja y la contradicción, que es el motor de la política y tiene a la cooperación como cemento que concretiza lo mejor y lo más conveniente de vivir juntos.

La vida buena tiene algunos requerimientos. Uno posible pero no obligatorio es la inteligencia en común. Hacemos una inteligencia colectiva, en general, sin que lo sepamos ni asumamos. Es un hecho histórico. Basta ver tanto el patrimonio arquitectónico como las grandes obras artísticas y científicas. El conocimiento es siempre colectivo y cooperativo. La colaboración incide en la organización. Pero la cooperación es también colaboración y le suma potencialmente la creatividad: podemos devenir coo-creativos (cooperantes y creativos), donde la individualidad se ve contenida, desfasada e idealmente aumentada si hay sinergia sincrónica y cooperativa.

 

¿Por qué o por cuál beneficio cooperamos?

Esta pregunta requiere una respuesta consciente. Nos interpela en lo más profundo de nuestros principios civilizatorios, en el corazón de nuestra cultura y en nuestros valores éticos-morales que nos sostienen como individuos y sujetos, artífices de nuestro destino. Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009, propuso once reglas de cooperación para reforzar el aprendizaje mutuo y fortalecer la confianza, que requiere de este verbo principal de la economía en lo referente a una explotación sostenible de los recursos naturales. Sus investigaciones concluyen que la cooperación es posible y se autodetermina, es decir, que las instituciones que permiten la preservación de los recursos para la cooperación son engendradas por las mismas comunidades. Pero se debe restringir las posibilidades y castigar a los “pasajeros clandestinos” que saltan las reglas, las incumplen o se apropian injustamente de los recursos para beneficios exclusivamente individuales. Los individuos que cooperan son capaces de aprender de otros, pudiendo cambiar sus comportamientos y las reglas instituidas, adoptando criterios y actitudes de reciprocidad fundados en sus propias experiencias.

El egoísmo, la corrupción y el “presentismo”[2] son obstáculos para los nuevos desafíos a superar, en un planeta que se recalienta, en el actual período de la tercera revolución industrial y el Antropoceno (¿irreversible?) que genera la sexta extinción acelerada de las especies. Un ejemplo de los beneficios de la cooperación se puede encontrar en lo que nos llena de orgullo a los sapiens: decodificar el genoma humano –cuyos resultados se hicieron públicos en el 2001 y se terminó en el 2003–. Este tuvo a la especie humana como descifrador. Fue el conocimiento y la inteligencia colectiva a gran escala lo que posibilitó este avance, como todos los grandes descubrimientos e innovaciones. Este es el modelo de la ciencia y de una sociedad abierta, que podrán dar respuestas a los desafíos complejos. Es la armadura flexible no encorsetada en el mercantilismo obtuso de un valor fetichizado, sino abierta al devenir potencialmente infinito y libre de la especie humana.

 

Comunicar, colaborar, cooperar.

Estos tres conceptos hacen sinergia entre sí y a la vez se distinguen. Para cooperar es necesario comunicar, y mucho. Pero colaborar no agota la cooperación, sino que es una faceta egocéntrica que no ha hecho consciente hasta el momento el campo global o sistema total y las sutilezas de sus implicancias interdependientes. Cooperar es, análogamente, el salto cuántico de un electrón a otra órbita para la que aparentemente no estaba previsto, y por esto puede escapar deliberadamente de un encierro asfixiante a esa sola y única dimensión, o mundo predeterminado. Hay que salirse de juego y dejar de alimentar el mundo depredador y egoísta que no deseamos. Mejor es decidir asumir en vida, con determinación y perseverancia, nuestro propósito y misión, es decir, dar el salto hacia el mundo que anhelamos, aquí y ahora. No hay opción, y parafraseando a Gandhi que decía que “no hay camino hacia la paz, la paz es el camino”, la cooperación es el camino para superar el capitalismo individualista, que es –más que ayer– el verdadero obstáculo para la red de lo viviente y lo que poseemos en común humanos y no humanos.

La prosperidad y la potencialidad humana se manifiestan y se manifestaron gracias a la cooperación, con sus instituciones formales e informales útiles y eficaces para la acción conjunta. A diferencia de las otras especies de mamíferos, somos una especie que podemos cambiar en ciertos sentidos nuestras reglas de juego social, alterar nuestra reacción y así cambiar nuestras instituciones (públicas, asociativas y empresariales) que nos hacen más fuertes, o nos debilitan escandalosamente. Ejemplos hay para los dos lados. La elección del sentido –valórico, político y metafísico– se impone a cada individuo y colectivo autoorganizado en identidades y unidades de gestión cultural, territorial, política y económica.

 

¿Cooperar es un sacrificio?

Cooperar puede ser un sacrificio calculado, un acto altruista y una mezcla de los dos primeros de modo solidario y compasivo. Ninguna elección ni decisión es desinteresada, neutra de perspectivas a priori, de preferencias inmanentes y consecuencias inciertas que trascienden las intenciones a futuro. El homo œconomicus como ficción liberal (Stuart Mill) y literaria del liberalismo es, como ya lo han propuesto los más lúcidos pensadores e investigadores de la filosofía, las ciencias sociales y la psicología neurocognitiva y psicoanalítica,[3] una ficción pobre heurísticamente, inexacta en el campo lógico y matemáticamente limitante. Por ende, insostenible para pensar la complejidad actual de nuestras sociedades. Lo útil y lo eficaz de cooperar sobrepasa el egoísmo capitalista, el individualismo liberal democrático y la homogenización estalinista. Solo queda experimentar, ensayar, crear y corregir sin descuidar lo común, lo que nos pertenece no como individuos de pequeño grupo, sino que a los que han vivido, viven y vivirán. Por esto hay que desligarse de la tiranía del presente, de la urgencia de la inmediatez depredadora del consumo y de la banalidad de una vida sin futuro, amnésica de su pasado.

 

¿Cooperar o competir?

Cooperar y competir pueden no ser antónimos. Es mejor la sinergia que el antagonismo entre ellos. El verdadero opuesto es la secesión. Tanto en el mercado de transacciones de productos humanos como en la biodiversidad, las estrategias exclusivamente competitivas e individualistas están destinadas al fracaso, o a la catástrofe en mediano y largo plazo. La ecología y la cooperación son un ejemplo de lo que hay que unir y no separar. Si incluimos la ética de la responsabilidad en nuestra praxis vital, entonces se comprendería mejor que conceptualmente deben ir juntas. Podemos competir no para ganar y anular al otro, sino para mejorar cooperativamente el conjunto. Sugiero pensar siempre con una doble “o” como en cooperar, para influir en ecología y creatividad: ecoo-creatividad[4] y coo-creatividad. Podemos utilizarlos como adjetivos, pueden hacer trinidad con el verbo cooperar, sustantivando la interacción sistémica e inescindible entre los tres. La utopística y la prospectiva a corto plazo, la guía de principios y criterios del movimiento social y cooperativo actual son una alternativa a la mundialización neoliberal.

Tres cuestiones claves y urgentes para comenzar a hablar: el imaginario de la cooperación, la ecología y la sociedad, pilares para proyectarse, pensar, planificar y debatir con prospectiva la transición ecológica-técnica de nuestras comunidades y territorios. ¿Hay alguna idea mejor que cooperar profundamente y sin demora para generar alguna chance a la vida actual y a la que viene? Como no hay respuestas a priori y el desacuerdo es constitutivo de la política, entonces solo queda experimentar, ensayar y cooperar, el resto se hace con gritos, golpes y torpezas, no siempre involuntarias. Dialogar se impone, sin ocultar los antagonismos y los desacuerdos. En este juego lo que podemos esperar es, al menos, instituciones que den las pautas y las reglas del juego, que deben tener a la cooperación entre iguales y libres condiciones de cambio y la mejora de nuestra calidad de vida en la tierra. La Tierra es el nuevo sujeto político que debemos incluir con plenos derechos, como propuso Bruno Latour.[5] La Tierra es un actor con plenos derechos, que clama cooperación inteligente para superar la barbarie depredadora de un sistema en declive, el cual derrite el hielo de los polos y hace desaparecer aceleradamente las especies vivientes. Llegó la hora de cooperar ecoo-creativamente, aunque el tren se haya pasado varios pueblos…

 

Tres fuentes de alivio y salida del paradigma hegemónico

Hay que reconquistar el imaginario cooperativo y utópico para salir del encantamiento e ilusión del neoliberalismo hegemónico, y reformar las instituciones públicas y privadas a un nuevo contexto y horizonte, adaptándolas a los desafíos ambientales y sociales. Tres caminos para recorrer e indagar se presentan posibles para desarrollar la innovación social y las iniciativas solidarias, para afrontar los imperativos impostergables y así evitar el destino sombrío de la crónica de una muerte anunciada, de las políticas de depredación y despojo.

 

  1. Repensar el dogma y las ilusiones mistificadas del desarrollo y el crecimiento, rediscutir las variables economicistas del PBI, ajustándolas a los objetivos sociales y populares. Cooperar para el bienestar más que colaborar para el crecimiento obsesivo de ganancias de las juntas de accionistas. Volver a la idea de “lo común”, a la “economía social” y a la ecología como criterio general del pensamiento y la acción. Economía sin ecología pierde el sentido porque es muy peligroso. Crecimiento, beneficio y finanzas son ejes del poder, pero miradas desde el demos (el pueblo) deben dar paso a la salud, al tratamiento de las desigualdades económicas, sociales y políticas. Para esto es necesario rediseñar las instituciones posneoliberales, hegemonizadas hasta ahora por la oligarquía financiera mundial. La economía ecológica puede ser fuente de un verdadero avance y de una evolución cooperante, que salgan de las asfixias modernas de desarrollo y progreso que no sintonizan con los desafíos presentes. La ecología pone a la Tierra como sujeto político pleno de derechos. Es el punto de encuentro con las ciencias sociales y las llamadas ciencias duras, las ingenierías y las tecnologías en su conjunto. El decrecimiento, el tercer atractor, la economía circular y la permacultura serán conceptos para relacionar y llenar de sentido para esta transición que se impone.
  2. Dotar al sistema fiscal y social de herramientas más cooperativas, debilitando los incentivos egoístas actuales de ganancias de pequeños grupos y dar más incentivos a los gestos, actitudes y tendencias cooperativas, en todos los niveles de lo viviente, social y económico. La economía circular, la gestión pública e impuestos y la permacultura son algunas de las experiencias que se están haciendo en varios grupos y comunidades de todo el mundo. Es tiempo de utopías realistas y, factibles y plausibles que entusiasmen y nos saquen del letargo tiránico del presentismo actual.
  3. Acelerar la transición ecológica y desacelerar la transición numérica que distrae la atención de lo importante, que dispersa la concentración en lo urgente, a la vez que disminuye y malgasta la cooperación fluida, necesaria para resolver lo que necesitamos imperiosamente. Salir del “presentismo” que nos impone la aceleración consumista, y evitar la economía de la atención (como la mercancía algorítmica principal del capitalismo actual) que secuestra la atención con juegos anodinos e informaciones para convertirnos en consumidores dóciles e idiotizados.

 

Estamos en las puertas de un momento donde la creatividad y la cooperación serán la clave para afrontar los límites del paradigma dominante de la economía y la política. Porque es necesario innovar experimentando nuevas formas de vivir en sociedad y de gestionar lo que hay en común desde una economía política de la cooperación y circular en sentido ecológico. Argentina a partir del 2019 es un ejemplo candente y casi patético de la repetición de la descomposición social y del ¿éxito? de los “hombres de negro” del FMI. Nuevamente se impone como urgente la creatividad popular y el cooperativismo del cambio político, para que sea posible transformar nuestras sociedades, para ensayar salir de las tendencias antidemocráticas propias del neoliberalismo y del capitalismo financiero.[6] Es necesario generar y nutrir un imaginario alternativo, propositivo y positivo que entusiasme e ilusione estilos de vida posibles, armónicos con lo viviente y solidario en los social. El cooperativismo debe y puede ser algo más que la compensación complementaria de un sistema neoliberal autista, la causa de los problemas y desafíos actuales. Tarea que exige entonces coo-creatividad ecológica- política. Nada más, ni nada menos…

 

Bibliografía

 

Baschet, Jérôme. Défaire la tyrannie du présent. Temporalités émergentes et futurs inédits. París: La Découverte, 2018.

Laurent, Éloi. L’imapsse collaborative. Pour une véritable économie de la coopération. París: Les Liens Qui Libèrent, 2018.

Latour, Bruno. Où atterrir? Comment s’orienter en politique. París: La Découverte, 2017.

Laval, Christian y Dardot, Pierre. La pesadilla que no acaba nunca. El neoliberalismo contra la democracia. Barcelona: Gedisa, 2017.

Massumi, Brian y Chrétien, Armelle. L’économie contre elle-même. Vers un art anticapitaliste de l’événement. Montreal: Lux Éditeur, 2018.

 

[1] Profesor en Centrale-Supélec (París, Francia). Doctor en Filosofía. Autor de Crítica a la modernidad eurocentrada (EAE, 2011) y de Las redes tecnológicas como redes sociales (Narvaja, 2005). Correo electrónico: hbusso@hotmail.es.

[2] La tiranía de la inmediatez absoluta, sin pasado ni futuro, propio del consumismo que sostiene el neoliberalismo actual.

[3] Algunos referentes son: Pierre Bourdieu, Collin Crouch, Brian Massumi, Zygmunt Bauman, Bruno Latour, Yves Citton, Dany Doufour, Jorge Alemán, Anselm Jappe, Jérôme Baschet, Christian Laval, Elinor Ostrom, la lista es larga e interesante.

[4] Ecología, economía, cooperación y creatividad, en un solo concepto, unidas en una palabra compuesta e inexistente aún.

[5] Latour (2017).

[6] Dardot y Laval (2017).